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jueves, 29 de noviembre de 2012


¿Cómo entender la complejidad?

“El desafío de la complejidad es el de pensar complejamente como metodología de acción cotidiana, cualquiera sea el campo en el que desempeñemos nuestro quehacer”.

Tal como lo menciona Marcelo Pakman en su presentación de la “Introducción al pensamiento complejo”, de Edgar Morin[1], nos encontramos en un momento en el que todo aspecto de la experiencia humana es, por necesidad, multifacético; por tanto, implica un entramado de cuestiones lógicas, epistemológicas, científicas y filosóficas, pero también factores sociales y culturales para explicar diversos aspectos o componentes de la realidad. Es así como el “pensamiento complejo” y las “ciencias complejas” se desarrollan para formar nuevos paradigmas en el conocimiento científico.

La “complejidad” en términos semánticos implica cierta ambigüedad; en principio, porque se entiende como complejo aquello que no puede reducirse a una idea simple, a la vez que la complejidad no puede ser definida de manera simple para desembocar en simplicidad. En cierto sentido, podríamos referirnos a la complejidad como una “palabra problema” y no como solución, ya que el método que ella implica plantea al pensamiento el reto de dominar lo real.

Al tratar de comprender la complejidad, es necesario tener presente el papel que el pensamiento juega para integrar cada elemento simple que compone la realidad; por otra parte, es importante también hacer una distinción entre “pensamiento complejo” y “pensamiento completo”, pues el primero reconoce la imposibilidad de alcanzar una certidumbre total, aunque no rechaza la aspiración a una explicación lo más cercana posible al funcionamiento de la realidad.

Es este el punto de partida para un cambio de mirada sobre el pensamiento científico, pues este se transforma, ha pasado de pretender concebir la realidad desde el pensamiento completo, a tratar de entenderla de manera compleja; de alguna manera, sería posible hablar del punto de encuentro del pensamiento científico con la reflexión filosófica en torno a la concepción del mundo, de las leyes a las que estamos circunscritos y a la manera en que el hombre concibe el funcionamiento de su propia mente.

Precisamente, para comprender estos aspectos de la realidad, no es necesario descomponerla hasta sus elementos ínfimos; por el contrario, el pensamiento complejo debe ser capaz de concebir la conjunción de dichos elementos, reconociendo su diversidad y el papel que juegan al relacionarse entre sí. Por tanto, consideremos prudente una interrelación de ciencias exactas, sociales, humanas y naturales, como ya se mencionaba al principio, para conocer el mundo.

De igual manera, ya se mencionaba la necesidad de desarrollar un pensamiento complejo para entender la complejidad; en primera instancia, ello se debe a la paradoja que se establece entre unicidad y multiplicidad, luego porque la realidad presenta un entramado de acciones tanto previstas como azarosas. Es así como la mirada del científico ha hecho a un lado el determinismo y se ha abierto a la posibilidad de incorporar el “desorden” a este sistema complejo.

Hoy en día, las ciencias de la complejidad representan una nueva forma de racionalidad científica que corresponde al mundo actual y hacia el futuro, con los retos que implica actualmente y las nuevas dinámicas complejas. Como ya se ha descrito, esta nueva forma de pensamiento permite unificar diferentes perspectivas, tomando en cuenta no sólo  implicaciones científicas sino también culturales, económicas y políticas; por tanto, las ciencias de la complejidad representan un auténtico programa interdisciplinario de para comprender el universo, para adentrarnos un poco más en el conocimiento de la mente humana y para estudiar todo fenómeno, comportamiento o sistema que dé muestras de complejidad.

Asimismo, nuestro Sistema Educativo ha propuesto una reforma que retome esta transformación del pensamiento científico; no obstante, la forma de enseñar de nuestros docentes actuales crea una cadena de pensamiento y acciones que coartan el desarrollo de los futuros educadores y de los estudiantes a su cargo, ya que los vicios que les fueron transmitidos, están marcando no sólo el desarrollo de los individuos sino de la sociedad en general. Esto resulta curioso si entendemos este sistema como un sistema complejo y analizamos las relaciones de sus individuos con sus muy particulares formas de actuar y de pensar.



[1] Morin, Edgar (2006), “Introducción al pensamiento complejo” en Biblioteca del pensamiento complejo, [en línea]

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