¿Cómo entender la complejidad?
“El desafío de la complejidad es el de
pensar complejamente como metodología de acción cotidiana, cualquiera sea el
campo en el que desempeñemos nuestro quehacer”.
Tal
como lo menciona Marcelo Pakman en su presentación de la “Introducción al
pensamiento complejo”, de Edgar Morin[1], nos encontramos en un
momento en el que todo aspecto de la experiencia humana es, por necesidad,
multifacético; por tanto, implica un entramado de cuestiones lógicas,
epistemológicas, científicas y filosóficas, pero también factores sociales y
culturales para explicar diversos aspectos o componentes de la realidad. Es así
como el “pensamiento complejo” y las “ciencias complejas” se desarrollan para formar
nuevos paradigmas en el conocimiento científico.
La
“complejidad” en términos semánticos implica cierta ambigüedad; en principio,
porque se entiende como complejo aquello que no puede reducirse a una idea
simple, a la vez que la complejidad no puede ser definida de manera simple para
desembocar en simplicidad. En cierto sentido, podríamos referirnos a la
complejidad como una “palabra problema” y no como solución, ya que el método
que ella implica plantea al pensamiento el reto de dominar lo real.
Al tratar
de comprender la complejidad, es
necesario tener presente el papel que el pensamiento juega para integrar cada
elemento simple que compone la realidad; por otra parte, es importante también
hacer una distinción entre “pensamiento complejo” y “pensamiento completo”,
pues el primero reconoce la imposibilidad de alcanzar una certidumbre total,
aunque no rechaza la aspiración a una explicación lo más cercana posible al
funcionamiento de la realidad.
Es
este el punto de partida para un cambio de mirada sobre el pensamiento
científico, pues este se transforma, ha pasado de pretender concebir la
realidad desde el pensamiento completo, a tratar de entenderla de manera
compleja; de alguna manera, sería posible hablar del punto de encuentro del
pensamiento científico con la reflexión filosófica en torno a la concepción del
mundo, de las leyes a las que estamos circunscritos y a la manera en que el
hombre concibe el funcionamiento de su propia mente.
Precisamente,
para comprender estos aspectos de la realidad, no es necesario descomponerla
hasta sus elementos ínfimos; por el contrario, el pensamiento complejo debe ser
capaz de concebir la conjunción de dichos elementos, reconociendo su diversidad
y el papel que juegan al relacionarse entre sí. Por tanto, consideremos
prudente una interrelación de ciencias exactas, sociales, humanas y naturales,
como ya se mencionaba al principio, para conocer el mundo.
De
igual manera, ya se mencionaba la necesidad de desarrollar un pensamiento complejo para entender la complejidad; en primera instancia, ello
se debe a la paradoja que se establece entre unicidad y multiplicidad, luego
porque la realidad presenta un entramado de acciones tanto previstas como
azarosas. Es así como la mirada del científico ha hecho a un lado el determinismo
y se ha abierto a la posibilidad de incorporar el “desorden” a este sistema
complejo.
Hoy en día, las ciencias de la complejidad representan una nueva forma de
racionalidad científica que corresponde al mundo actual y hacia el futuro, con
los retos que implica actualmente y las nuevas dinámicas complejas. Como ya se
ha descrito, esta nueva forma de pensamiento permite unificar diferentes
perspectivas, tomando en cuenta no sólo
implicaciones científicas sino también culturales, económicas y
políticas; por tanto, las ciencias de la complejidad representan un auténtico
programa interdisciplinario de para comprender el universo, para adentrarnos un
poco más en el conocimiento de la mente humana y para estudiar todo fenómeno,
comportamiento o sistema que dé muestras de complejidad.
Asimismo,
nuestro Sistema Educativo ha propuesto una reforma que retome esta
transformación del pensamiento científico; no obstante, la forma de enseñar de
nuestros docentes actuales crea una cadena de pensamiento y acciones que
coartan el desarrollo de los futuros educadores y de los estudiantes a su
cargo, ya que los vicios que les fueron transmitidos, están marcando no sólo el
desarrollo de los individuos sino de la sociedad en general. Esto resulta
curioso si entendemos este sistema como un sistema complejo y analizamos las
relaciones de sus individuos con sus muy particulares formas de actuar y de
pensar.
[1]
Morin, Edgar (2006), “Introducción al pensamiento complejo” en Biblioteca del pensamiento complejo, [en
línea]
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